Hoy en día, el estado de los cultivos en la mayor parte de las sementeras aún no acusan el impacto del retroceso en la oferta de agua, las reservas han permitido sobrellevar la situación. El panorama se ajusta significativamente hacia el viernes próximo y el mismo permite plantear la posibilidad de que la soja en algunos sectores de la zona núcleo comience a padecer estrés hídrico. Por esto decimos que la entrada a la última década de enero, puede ser decisiva para las sojas más adelantadas en su floración. De no mejorar la oferta de agua, estas entrarán en sequía a lo sumo en la semana del 25.
PERSPECTIVAS PARA FEBRERO
El comienzo de este año se asemeja al comienzo del año pasado. La diferencia básica es una mejor disponibilidad de reservas a partir de las lluvias que dejó diciembre. Sin embargo y más allá del manejo y las buenas prácticas el escenario es dificultoso. Por lo pronto no se avizora una salida rápida de este pulso seco. La solución sobrevendría en la última semana de enero o en la transición a febrero. Trabajando sobre esta hipótesis cada productor podrá plantear su escenario piso para rendimientos.
Por lo pronto las sojas que más temprano ingresen a floración padecerán con mayor rigor este pulso seco. Insistimos en que los cálculos de balance hídrico no pueden simular los manejos agronómicos que favorecen la conservación del agua, sin embargo queda claro que cualquier tipo de cultivo acusa algún tipo de impacto luego de transitar un mes sin recibir precipitaciones.
La situación es problemática, hacia el sudeste de Buenos Aires el panorama parece más aliviado, pero de todos modos cuando se analiza la gran escala es difícil validar estimaciones del orden de los 55 millones de toneladas. Este viraje en el comportamiento pluvial se va a llevar algunos quintales. La campaña no se ha cerrado ni para bien ni para mal. La actualidad no es favorable, el pronóstico de corto plazo tampoco, sin embargo la transición intermensual puede traer las soluciones que todos esperan.