Los excesos hídricos generados por las importantes lluvias del 22 se fueron reduciendo colmando en gran parte de la provincia los perfiles de suelo. Si bien la categoría predominante es la de reservas adecuadas, muy posiblemente el balance quede algo subestimado, principalmente en aquellas zonas que recibieron precipitaciones superiores a los 120 milímetros.
Las lluvias que comenzaron a reponer las reservas a mediados de enero, afortunadamente se afianzaron en febrero encaminando de manera muy favorable la campaña sojera. No puede descartarse que algunas sementeras hayan sufrido algo de estrés hídrico, sin embargo el estado predominante de los cultivares es bueno a muy bueno, Obviamente hacia el norte de la provincia la situación es más ajustada y si bien sobre el sur las precipitaciones no fueron tan abundantes los suelos ayudan a mantener un estado muy favorable.
El período seco que transcurre, puede generar algún retroceso en la condición de la soja, sin embargo estimamos que el nivel de reserva es satisfactorio como para afrontar otra semana sin precipitaciones. Si se concretan algunas lluvias durante el cambio de quincena, la oleaginosa cerraría su ciclo definiendo rendimientos adecuados, con bajo impacto de la falta de agua observada hasta comienzos de año.
El fenómeno La Niña se ha validado como un indicador negativo para la performance de los maíces entrerrianos. En el mismo sentido, el año pasado, El Niño se validó como un indicador positivo. Esta condición es extensiva a la soja pero no con tanto rigor. Para el productor entrerriano este es un concepto relevante, fundamentalmente porque estos indicadores son previstos eficientemente con mucha antelación. Saber bajo que signo comienza la primavera es decisivo.