A mediados del mes de mayo, con escasa humedad en la cama de siembra, se inicia la campaña triguera con una gran incertidumbre por parte de los productores sobre la cantidad de hectáreas que se dedicarían al cultivo, por dos razones fundamentales a saber: el gran volumen de producción del año anterior que no se había podido comercializar y la inexistencia de un precio real del cereal a futuro.
A posteriori, las abundantes precipitaciones (fundamentalmente en el sector este del territorio provincial), provocaron la postergación de las labores por falta de piso, extendiendo la implantación hasta la primera quincena del mes de agosto.
A partir de la segunda quincena del mes de junio se produjo un incremento en la cotización del trigo, lo cual tuvo un efecto positivo ya que incentivó a los productores a seguir sembrando a pesar de lo avanzado del año calendario.
Cabe mencionar que, de no haberse producido esta modificación en los precios probablemente el área de trigo hubiera experimentado una caída más severa.
El estado general y sanitario del cultivo se presentó en el rango de “Bueno” a “Muy Bueno”, destacándose el alto nivel tecnológico aplicado y el acompañamiento del clima durante todo el ciclo del cultivo.
A continuación se presentan los datos estadísticos históricos pertenecientes al Sistema de Información Agrícola de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos correspondientes a los últimos diez años.